Movilizando pensamientos
Foto tomada del diario El Espectador.
Pensando en los elementos, personajes, entidades, detalles y miradas que son olvidadas socialmente en los medios de transportes de Bogotá, me día a la tarea de observar el contexto de situaciones que pasan y que ante mis ojos son vistos de una forma distinta a la del común.
La primera situación a observar es cómo me mira el mundo, y en este caso cómo me observan los pasajeros del bus rumbo a mi casa, en el barrio Gustavo Restrepo. Algunas miradas son agradables, otras críticas, otras curiosas imagino lo que estarán pensando cada uno de esos cerebros sobre mí.
Analizando detalladamente el colectivo llegué al punto de contabilizar cada elemento. De los cuales: se encontraban 28 personas, una de ellas era una mujer invidente, 3 eran menores de edad, había un señor con avanzada edad que resistía dejar sus mejores años, SU FORMA DE CONTRARRESTARLO: PINTARSE EL CABELLO DE NEGRO JUVENTUD.
Se montaron al autobús 3 vendedores, llamó mi atención el primero de ellos. Se trataba de un niño de aproximadamente 13 años. Javier, su nombre, pensamiento y presencia, perdidos quizás por las no sanas actividades que realiza a su corta edad, producto: manillas, precio: “cualquier moneda que ustedes crean”.
El echo de observar a ese muchacho me hace pensar la situación de desigualdad que vive mi amado país tercermundista, Colombia tierra querida, tierra explotada, tierra desangrada. Es increíble llegar a sorprenderse cada día más sobre la forma en que están divididos los poderes en esta hermosísima nación.
Pero bueno, volvamos al bus y sus particularidades. Otro aspecto que llama mi atención durante el recorrido a mi hogar, es comprender hasta qué punto puede llegar la corrupción, pues pasar diariamente por los lugares críticos de Bogotá como la calle 26 y la cra 10, y visualizar el estado de las obras, las personas que trabajan en ella y las consecuencias que deja la des-composición social de algunos grupos empresariales, me hace comprender que el desarrollo del país se ve más lejano con el paso de los días. Estamos a la espera de un súper héroe político que venga en nuestra salvación.
Ya ha pasado una semana desde que me tomé la tarea de informar lo que pasa en el bus trayecto a mi casa. Llego a la conclusión de que generalmente se suben 3 vendedores, 4 empresarios, 3 jóvenes, 1 persona discapacitada, 5 madres y 4 por menos de la tarifa establecida 1.400 pesos. En 40 minutos de mi presencia en el colectivo, la mayoría de las personas que me acompañan en él movilizan su pensamiento de a cuerdo al contexto de las situaciones que se den dentro del mismo.
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