Pinceles mutantes
generaban una sensación de pensamiento,
de calor,
de encuentro,
de amor.
El tiempo comenzó a envejecer,
y solo se encapsularon
pinceles utilizados,
pinceles viejos,
pinceles manchados,
pinceles maltratados.
Pinceles que no querían llegar a ninguna mano,
pinceles que se reemplazaban por otros,
pinceles que se convirtieron en la ciudad.
Entonces decidieron existir en un plano diegético,
en donde se conectaban a través de las ideas,
a través de los conceptos,
a través de lo que imaginaban
y pintaban.
Pinceles que exploraron el aroma de los buses,
pinceles que construyeron algo nuevo
pinceles que se enredaron en sus sueños
Pinceles que un día murieron.
Hoy, escucho el sonido del agua pasando por debajo de mis pies.