sábado, 17 de octubre de 2015

Así estuvo el Breakfest 2015

Una experiencia no solo musical también conecta el encuentro con mentes geniales, aquellas a las que también les encanta compartir con los amigos y alegrarse de los detalles más pendejos y por sobre todas las cosas ser feliz a pesar de qué dirán y el qué diré. El Parque Norte en esta oportunidad nos abrió las puertas con todo su esplendor.


Al entrar nos esperaba un corredor lleno de colores en el aire y en el camino estaban las letras del Breakfest, las mismas que nos daban por primera vez (a Mafe y a mí) la bienvenida a las ciudad de la eterna primavera.

Queríamos montarnos en todas las atracciones (que por cierto eran gratis para todos los asistentes al festival), también comprar en el mercadillo de diseño independiente: la gafa, la agenda, el anillo, lo que fuera con tal de comprar un lindo souvenir de la tierra de los paisas y apoyar “el diseño colombiano”.

Inicialmente  montamos en los carritos chocones, luego en la “montaña rusa” que más bien parecía una planicie rusa, pero de igual manera andábamos contentas de poder estar pisando tierra paisa. Mi mente se reía mientras pensaba a gritos: ¿porqué todos estos paisas tienen que estar tan lindos?

En la zona de comidas los asistentes podíamos comer empanadas, brochetas, hamburguesas, frappeados, todo a precio de festival ($10 mil lo más barato), la pola y la gaseosa sin importar cuál fuera tenía un valor de $5 mil.

En esas averiguando qué podíamos comprar a buen precio hablé con uno de los chicos que vendía brochetas. La verdad es que  uno con su mentalidad de cachaco no sabe si le están cayendo o si son así de amables. Y es que en realidad ellos bien paisas y uno así todo bogotano, ellos así todos lindos y uno así todo rolo.

La primera agrupación que quisimos escuchar fue: No Regular Play, la tarde estaba en todo su esplendor. En ese toque nos divertimos, bailamos, disfrutamos; mientras en el escenario ellos hacían lo que sabían... Alguien en el público bailaba como si estuviera piloteando un avión.


Después de un rato quisimos ir a relajarnos en la zona lounge, la única en todo el parque en la que la única preocupación de cada persona era descansar en los puff, tomarse unas cuantas cervezas, quitarse los zapatos si era el caso y dejarse llevar por las sonoridades cercanas. Después de un rato el festival debía seguir, así como nosotras debíamos ver a las  demás bandas. 

El primero que se apareció en mi listado musical fue Rey Gordiflón, quienes en escenario hicieron que todos los asistentes cantaran sus canciones, y yo a mi estilo cachaco, cantaba las únicas 3 canciones que me sabía.

La presentación de Gordiflón me transportó a mis épocas colegiales en las que únicamente escuchaba ska o raggae y  los que en los salones de clase mi mente cantaba: “Luego dirás que fui yo el que dijo adiós, me voy por que eso es lo que tu quieres”.

Terminó la presentación de esta señora banda y la tarde empezó a tomar su tonalidad. 

Siendo las 6:20 p.m. en las tablas del escenario principal, estaban nuestros vecinos del barrio Aranjuez: Alcolirykoz, quienes cantaban: “esto no es soplar y hacer botellas”, demostraban todo el talento que llevan dentro.




Sin duda alguna, ellos sí saben cómo divertir al planeta mientras van diciendo a su antojo y a modo de sátira, mensajes de realidad, de conciencia y de caminos que de una u otra manera nos conectan.

El grupo de hip hop se conectó con todos los ahí presentes y se despidieron cantando: "Yo que no tengo nada, sin joyas ni fortunas soy rico cuando suena el boom bap, solo tengo rimas y canciones que sumas al coro de las ruinas del rap”.

En la mitad del Festival con Mafe descubrimos que teníamos acceso total por las acreditaciones de prensa,  fue el momento en el que por fin descubrí lo que sintió Homero Simpson cuando en un concierto tenía acceso total.

Acceso total




Tener acceso total nos facilitaron las cosas y podíamos cambiar de un escenario al otro mientras Mafe iba realizando la reportería gráfica y yo estaba ahí expectante en primera plana, escribiendo lo que me parecía curioso. De ahí nos fuimos al otro escenario, escuchamos a los bogotanos Mavidip & Steinlausky, su música algo psicodélica, se que a la mayoría de los que estábamos nos encantó, mientras más de uno “bailaba” al ritmo de la electrónica.

Al caminar nuevamente por los rincones del Parque Norte, nos encontrábamos con distintas historias de amigos que estaban ahí unidos todos con un único fin, ser felices a partir de lo que escuchaban, veían, compraban, consumían, escribían o cantaban.

Gondwana con su reggae contagió a más de uno con su armonía de amor, ellos brillaron en medio de la noche paisa, cantaron durante 1 hora y media, todos andaban ahí entretenidos bailando y cantando a su manera. Obviamente no se podían ir sin realizarle un tributo al rey del reggae sus instrumentos interpretaron: Could you be loved.


Al caer la noche era justo ir a comprar algo de comer, al llegar a la zona de comida debíamos adquirir una compra sabia la idea era comer bien y no gastar mucho dinero. Finalmente terminamos comiendo varias empanadas acompañadas de un Frappe (la elección no fue muy buena) para remediar la situación nos tomamos un par de cervezas en honor a los paisas.

Luego de relajarnos, teníamos que seguir viendo en vivo a los artistas, pronto se vendría lo mejor. Ya serían como las 10 de la noche, y nuestras almas rumberas se dejaron llevar por los sonidos de Movement, estos australianos impactaron con su presentación en la que no tenía más iluminación que una luz blanca y ellos brillaban en medio de su oscuridad pues estaban vestidos de negro.  El himno de esta agrupación, por supuesto: "Us".

Infinity Ink también estuvo increíble, llegó un momento en el que todo era tan perfecto que no podía creer que estuviera en Medellín, en tremenda rumba, acompañada por una de mis mejores amigas y al estilo Homero Simpson con acceso total, le dije a Mafe como mil veces que no lo podía creer.

Antes de media noche el escenario principal Tigo Music se estremecía con los beats de Bag Raiders. cantaron todas las canciones que antes había escuchado en mis tardes de trabajo mientras Spotify  me iba enseñando todo lo que sabía de este trío. Sencillos como Sunligth, Not over, Way back home, Golden wings se hicieron presentes.


Al escuchar las estrellas fugaces de Shooting stars mi alma no podía estar más feliz, yo estaba ahí al frente de estos australianos viéndolos como hacen su trabajo en vivo, recordando situaciones pasadas  y las miles de historias que tuvieron que pasar para que todos estuviéramos presentes en el mismo lugar era algo más que mágico. Se despidieron de Medellín y del país pues esa era su última presentación en territorio colombiano (el día anterior se habían presentado en Armando Records).

“Foals, Foals, Foals…” gritaba mi mente desesperadamente quería por fin verlos, ellos eran una de las razones más fuertes por las cuales quería visitar la capital de Antioquia, y no era para menos, pues aunque se habían presentado el día anterior en Bogotá, el tenerlos en Medellín era como si estuviera soñando.

Entraron al escenario, con un sonido único, inmejorable conectaron en mí los recuerdos del pasado, (la calle transitada, el bus, el TransMilenio, la conversación que tuve con alguien mientras sonaba al fondo alguna canción de Foals) solo que esta vez estaba ahí al frente Yannis cantando y tocando su guitarra. Él con su actitud de puro rockstar, así bien imponente, irreverente.  (El pobre roudies de la banda tiene un trabajo bastante pesado).

Finalmente mi mente estaba en un mar de menta, estallaba de placer al mirar en vivo y en directo tanta genialidad en una sola banda.  Este 3 de octubre no sería olvidado por ninguno de sus asistentes. Extasiados de más música sonaba un éxito tras otro: Olympic Airways, My Number y Mountain at my Gates sonaron todas seguidas.  

Todos celebramos los 30 años de Jack Bevan, el baterisa, el man estuvo tratando de romper una piñata estilo mexicano con una de sus baquetas casi no puede.

Yannis en varias ocaciones pasó por el lado del público, saltó dos veces encima de ellos, con Two Steps Twice, demostró toda la locura que tiene y en el momento del solo de la canción se bajó nuevamente del escenario, pero esta vez se mezcló en medio de todo el público, tanto que en un momento parecía perdido en medio de tanta gente.

La banda hizo una presentación como para nunca olvidar, en definitiva fue una hora y media bien vivida, se despidieron finalmente de los colombianos. En mi mente quedaron muchos recuerdos y muchas experiencias para seguir viviendo, para seguir visitando Medellín y por supuesto el Breakfest (sale más barato que el Estéreo Picnic).
En definitiva las montañas si sonaron… ¡y mucho!

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